Drones del Muro de Jericó
Los personajes y hechos retratados en esta obra y sus textos son completamente ficticios. Cualquier parecido con personas reales (vivas o muertas) o con hechos reales es pura coincidencia”. Había una vez una herida que nunca iba a sanar, y nunca sabremos quien fue el primero en sangrar, pero sabemos que seguirán cayendo humanos al azar.
Los muros fueron vencidos y se reflejan frente al Mediterraneo retratando como espejos oscuros dos torres gemelas que al romperlas pagó con su vida un tal Nistan.
Caen bombas como lágrimas de acero que nadie llora o no se anima a llorar. Son lápices que dibujan un nuevo horizonte en las hojas de la historia que pretenden borrar. Los niños ya no llorarán jamás, ya no están. Esa es hoy su única paz.
Las manos de los dibujantes seguirán manchadas de sangre pese a lavarlas con el eterno reclamo de poder disfrazado de santidad. Se seguirán escuchando los gritos que derrumbaron aquellos muros de piedra en plena luz del día, abiertos a la libertad de un gran plan Migratorio que fuere coronado con la demolición total. El juramento ya se cumplió, los cimientos y las puertas al paraíso se yerguen sobre los cuerpos de sus hijos. Las voces ajenas no alcanzan. Los oídos de sus pueblos fueron penetrados por el cinismo de la propaganda. El “Documento Muro de Jericó” nunca fue escuchado y toda la sangre se ha derramado. Los drones volaron cargados de pánico y ayer se escucharon los 7 gritos. Hoy grité que quiero que se detengan y se ofendió el Sultán, mi perro. Pero no voy a callarme ya. No hay nadie del otro lado del muro al que quisiera soportar, son mis hermanos y solo les deseo la paz.