El umbral

Hacia atrás lo mismo, el pasado, la lucha interna, la desolación, el hambre y la sed de ser, la bondad y el amor imposible, la eterna desconfianza, la confianza y el calor de un corazón que late fuerte, suave, suave y dura su mirada, hermosa y cándida, a veces ajena a mi, la virtud del sexo y el amargo desvanecer del mismo, la dicha temporal y la bronca sin sentido de no lograr comunión, todo esta detrás …. Por delante un abismo, un abismo que es un umbral a lo desconocido, al cambio rotundo de dimensión, un quiebre inevitable que no conoce de aciertos. Si salto vuelo o caigo, … o las dos cosas al mismo tiempo … ya salté … y estoy seguro de no estar seguro de nada … otra dimensión, carente de espacio y rebosante de tiempo, un tiempo que no puedo llenar, que me sobra y me asfixia. Yo oscuro, yo sin luz, yo en el borde y solo … arrastro al abismo esa pena del que no sabe pero cree … Y mato, … si con eso mato la ilusión de quien vive a mi lado, sin darme cuenta que matando la ilusión estoy matando lo que creo es el alimento del alma … decido matar un alma ajena que desgarra la mía también. Siento que me amputo un brazo solo para mostrarle a todos que soy capaz de hacerlo sin que el dolor me amedrente, … solo para eso … y así me voy quedando sin abrazo.

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Mis obras forman parte de una serie que he denominado “Las 366 puertas verdes” la cual constara, una vez terminada, de 366 pinturas que cada una estará representando a un día y un mes del año calendario, incluyendo el día bisiesto.

Con ella en su conjunto busco indagar sobre el concepto del tiempo que forman los 366 días del año sobre la vida del ser humano, en donde cada día es una puerta que se abre al descubrimiento de un nuevo camino en la evolución del ser. Una evolución determinada por el medio que habita, e influenciada por el poder de la comunicación. Y en lo particular de cada obra es una búsqueda conceptual tan dinámica y orgánica como mi propia evolución y el camino que voy recorriendo.